Je vois la vie en rose
Hace 47 días desde que llegué a Francia. Así que el post de hoy merecía ser un update (actualización).
Bona tarda floretes (buenas tardes florecillas),
El martes 1 de octubre llegué con mis dos maletas enormes de unos 30 kg cada una a la estación de París Gare de Lyon. Desde allí tomé un metro y un tren hacia el pueblo del norte de Francia en el que estoy. Mis amigas solían bromear diciendo que iba a ser una “Cris in París”, pero estoy siendo “Cris in Saint Quentin”. Y si no suena tan atractivo, es porque, bueno, no lo es. Pero es normal, todavía no tengo el presupuesto de Netflix. Todo a su debido tiempo.
Para las personas que seáis swifties (fans de Taylor Swift), no os resultará una novedad la expresión: de hecho, Taylor tiene una canción que habla sobre ello. Para las que la escuchéis hoy por primera vez, os digo: Taylor es una filósofa contemporánea que predice todo. Algo así como “Los Simpsons” con la vida, pues Taylor Swift con la experiencia femenina.
Todo lo que te pase, ella ha hablado sobre ello. Así que, si tengo que elegir una canción que simbolice el porqué me vine a Francia, sería “The Bolter” (La que huye). En la canción habla sobre huir de las relaciones amorosas o de enamorarse, pero en mi caso sería por huir en general. Supongo que, a veces, cuando no sabes hacia dónde ir, she just knows, she must bolt (ella sabe que debe huir). Y yo lo supe.
Cuando era más pequeña, solía pensar que había ciertas edades para poder hacer las cosas, como el hecho de aprender. Creía que aprender era algo que podías hacer hasta X edad porque, “qué vergüenza ponerte a aprender algo siendo mayor, ¿no?”.
Y de golpe, me encontré a los 25 años de intercambio en Colombia y me di cuenta de que la vida no se acaba por mucho que cumplas años. Que no hay una regla que te diga cómo y cuándo hacer las cosas. Además, vi las ganas que tenía de aprender cosas. De aprender idiomas, de vivir en otros países, de aprender hobbies… de VIVIR. Uno de mis mayores miedos es no tener tiempo para hacer todo lo que quiero en la vida. De no tener tiempo de vivir todas las vidas que quiero.
Son tantas las cosas que me gustaría hacer que, a veces, siento que la vida y el tiempo se me escapan como agua entre las manos. ¿Sentís algo parecido?
Sin duda, si pudiera tener una profesión soñada, elegiría ser la Barbie, porque ella podía ser todo lo que quería: cocinera, maestra, veterinaria, profesora… Ojalá poder ser todo eso. Supongo que siempre me quedará la lectura y mi imaginación para vivir todas las múltiples versiones de mí que habitan en mi interior.
Hay algo atractivo en la idea de volver a empezar, en el poder que da el hecho de que nadie te conozca y puedas ser quien quieras en un nuevo lugar. Temo que se convierta en algo adictivo para mí, esa sensación de “novedad” constante. Pero supongo que eso es un problema que resolverá la Cris del futuro (esta es una frase que utilizo casi a diario para tranquilizarme cuando no puedo resolver algo inmediatamente).
Llegué a Francia el 1 de octubre y, el día 2, se cumplieron 12 años del lanzamiento de Begin Again (Volver a empezar). ¿De quién? De Taylor Swift, por supuesto. Ella siempre tan oportuna y tan conocedora de mis necesidades.
Fun fact: Grabó el vídeo de esa canción en París. Por si teníais alguna duda de que le pone la banda sonora a mi vida.
Así que el miércoles 2 de octubre, lo vi volver a empezar. (¿el qué? Mi vida, supongo. Al menos esta nueva temporada.)
Chicas, disculpad por tanta densidad. Es que esta semana ha tenido MUCHA energía de domingo y estoy drenando intensidad.
¿Qué he venido a hacer a Francia? Os preguntaréis…
Estoy en un programa europeo (Cuerpo Europeo de Solidaridad, si queréis saber más sobre ello, decidme y os explico) donde estoy en un instituto en clases de español e inglés. También estoy ayudando en administración y en temas de movilidad. Pasaré aquí el curso escolar, hasta junio.
Elegí Francia porque quería aprender francés y hablar así un cuarto idioma. No me preguntéis cómo llevo el francés, por favor. Esto es como preguntar qué tal va el carnet de conducir: tema TABÚ. Solo os diré que llevo 87 días de racha en Duolingo.
¿Está siendo la vie en rose?
Precisamente he titulado este post Je vois la vie en rose (yo veo la vida en rosa) porque, aunque no ha sido todo rosa precisamente, soy una experta romantizadora (sé que no existe la palabra, pero creo que captura lo que quiero transmitir a la perfección) de la realidad y elijo verla en rosa.
Digamos que los productores de Emily in Paris han gastado bastante presupuesto y a los de Cris in Saint Quentin les ha tocado improvisar.
Hasta la fecha:
He estado más de cinco veces sin luz ni agua caliente.
Me ha costado Dios y ayuda tener un horario de trabajo que más o menos se siga, porque la organización del instituto brilla por su ausencia.
Aquí sale el sol 1 h a la semana (COMO MUCHO) y hay 9 °C al día.
Dicho así, suena fatal, lo sé. Pero, cada día, estoy contenta de haber venido. Mucho. Acabo agotada cada día porque cuando me paso el día escuchando francés, hablando en inglés/francés y claro, tengo a mi cerebro frito.
Bueno, y aquí un poco de chisme, porque, a ver, sin chisme, what’s the point of life? (¿cuál es el sentido de vivir?).
Digamos que tengo una compañera de nombre idéntico al de una capital europea, famosa por su pasta, que no me lo ha puesto fácil. Ella viene de un país donde, en 1989 (qué gran año, nació Taylor Swift), cayó un muro. Entre la diferencia cultural y el hecho de que sea una persona complicada, mis primeras semanas aquí no han sido fáciles. Teníamos que trabajar juntas en clases de inglés y bueno, está costando. Ahora no nos dirigimos la palabra. La semana que viene se va todos los días a plantar árboles. Gracias Dios, por tanto.
Yo pienso que donde pones tu atención, pones tu energía. Y no quiero dársela a ella, así que no va a tener el privilegio de que la vuelva a mencionar por aquí.
El lunes (11.11 qué FANTASÍA de fecha) fui a París, vivo a 1 h y media de allí. Comí en un banco al lado de la Torre Eiffel. Así que life is worth living (la vida merece la pena).
Me encanta la idea de crearle una colección de cuentos a mis hijos. Cuentos de diferentes lugares del mundo. Así que decidí comprar estos que son bastante típicos en Francia.
Queridos hijos, no tenéis padre (todavía), pero ya tenéis cultura.
La semana en datos:
He aguantado casi dos semanas con el mismo color de uñas. ¡13 días rojas! Ahora están grises. Dios dirá el próximo post.
Esta semana solo me he tomado 2 valerianas. Teniendo en cuenta que la semana pasada me tomé 1 o 2 al día… yo lo considero un gran AVANCE.
Me he comido 2 pain au chocolat. La semana pasada 3, y la anterior, 5. Equilibrio. Y un crêpe de nutella del tamaño de mi cabeza. Gracias por tanto, Francia.
He caminado una media de 12k pasos al día. El lunes, en París, fueron 30k. Aquí no tengo coche, así que voy a pata a todas partes. A veces cojo el bus porque ya soy una local.
Solo he llorado un día. La semana pasada lloré TODOS los días. Let’s go (vamos).
Conclusión:
La vie en rose es una decisión. Por eso, como es mi color favorito, decido ponerme las gafas que me hagan ver la vida así, aunque a veces esté oscurito.
Si algo he aprendido en estos 47 días, es que aunque haya días grises, siempre llevaré mis gafas rosas. Porque, al final, la vida es como decides mirarla.
Mil gracias por leerme. Nos vemos el próximo domingo.
Silencio, comenzó mi telenovela favorita. Amo los domingos de tea con Cris 💘💘💘💘